Primero volo sobre mi cabeza una bella mariposa. Los colores de sus alas me deslumbraron. Se poso en mi cabeza y me fascinó. Luego vino otra, y otra. Eran decenas, todas revoloteando sobre mis pensamientos. Cada vez son más, y el zumbido de su vuelo, ya no parece el de mariposas, sino avispas. No me dejan de día ni de noche. Y cuanto mayor es el silencio mayor es el ruido de miles de insectos sobre mi cabeza.
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